27 de enero de 2011

Escrito en los libros: Trespass. Lectura paralela. Tres.


Capítulo 3: Memoria pública. Secretos privados.

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Si uno considera de qué manera toda ciudad, grande o pequeña, se siente obligada a ocupar sus plazas más emblemáticas, sus rotondas y sus parques, con feas esculturas dedicadas a figuras olvidadas y a momentos de la historia demasiado pesados de relatar, no debería sonar presuntuosa la asunción de que todo arte público gira en torno a la memoria, y que nosotros, el público, estamos de la misma manera obsesionados con ella. (p. 82).

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De cualquier manera, como didáctica o como mimética, no es difícil entender, o comprender, que el arte público se haya venido degradando a lo largo de los siglos.(p. 82)

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La acumulación de firmas, el patrón migratorio por el cual la presencia de graffiti inspira más graffiti, puede probar al menos en parte la famosa teoría de las ventanas rotas,esgrimida en los ochenta para justificar la tolerancia cero hacia el graffiti. (...) Desafortunadamente, lo mismo puede y debe decirse de la publicidad, y hasta podríamos imaginar lugares en los que encontraríamos tantas placas y estatuas que el propio pasado se impondría al presente. (p. 82).


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John Fekner. Obra: Broken Promises. Imagen: John Fekner. [nunca me canso de ver estas imágenes]



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JR en Morroda Providencia, Sao Paulo, Brasil. Imagen: Zocalo Public Square.



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C215: Lying Nina, Nueva Delhi, India. Imagen: C215.



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Paul Harfleet. Obra: The Pansy Project. Paul Harfleet planta pensamientos (la flor del recuerdo) lo más cerca posible de aquellos lugares en los que ha sido atacado verbalmente por su ser homosexual. Nombra esos lugares con el insulto recibido.

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Ghost Bikes. Ghost Bikes son pequeños, sobrios homenajes homenajes a aquellos ciclistas que mueren en la calle. Se coloca una bicicleta completamente pintada de blanco, encadenada a una señal, cerca del lugar del accidente, y se acompaña con una pequeña placa. Madrid. Girona. Valencia.

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2 comentarios:

Stultifer dijo...

Evidentemente la calle es de todos, no solo de los políticos que deciden qué colocar en cada esquina o qué quitar. Solo que no todo el mundo opina lo mismo

streeter dijo...

Sé de buena tinta que Taschen le ha pagado para que haga publicidad del libro, qué verguenza de blog. Asco debería de darte.

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