25 de abril de 2011

Un rato en la calle | Popa&Mox | Embajadores.

La primera vez que me topé con Popa&Mox (dedíquenle un ratico) fue, como casi todo en esto del arte urbano, por accidente: una mañana de octubre de 2009, los restos de una geometría realizada con cinta aislante de colores sobre un buzón de la calle Embajadores me recordaron a algunas de Eltono. Pero. Uno, claro, no lo era; dos: eran restos. Un mes después, se me apareció en Agustín Lara una obra completa, de la que me enamoré: cintas aislantes de colores sobre lo que parecía la puerta de algún registro. Más tarde, llegaron las short stories, y los tangrams que no llegué a ver en la calle, y los bailes y los pájaros de vinilo negro que fascinaban a Ainara. Y entonces la posibilidad de una nueva acción, una mañana de domingo, en la calle Embajadores: apenas media hora de rectángulos llenos de patrones, pegados de manera más o menos improvisada sobre el muro ocre junto al bar El Rincón, bajo un balcón desde el que echaban de menos, casi a gritos, unos buenos lunares. Algo de lo que hoy no queda apenas rastro.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

3 comentarios:

Noches de luna dijo...

¡Qué bonito, qué diferente y qué original!
Besos y buenas noches

Unknown dijo...

Intesamente misterioso...

Anónimo dijo...

¿Qué necesidad hay de ésto? Es igual que lo de Nuria.

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